Home Equipping Leaders Hispanic / Latino Regocijaos en la Adoración - El Año Cristiano: Celebración de nuestra historia de fe

Regocijaos en la Adoración - El Año Cristiano: Celebración de nuestra historia de fe

Celebración es una imagen viva y fuerte de lo que acontece cada vez que el pueblo de Dios se reune. El enfoque de cada evento de adoración es actualizar la partipación divina en nuestra vida. Esta se centra en lo que Dios ha hecho en Jesús, su vida y su ministerio, muerte y resurrección. Somos un pueblo que posée un historial no sólo de lo que Dios hiciera en Jesús el Nazareno. Lo cierto es que antes de la caída de la humanidad, Dios ha demostrado interés y ha buscado la redención de su creación. Desde el principio hasta el fin del Antiguo Testamento se ve palpablemente esta preocupación divina. Vemos el llamado de Abraham y el primer pacto, liberación de Egipto, la formación del pueblo, la proclama de los profetas, todo un perseguir de Dios. Todo esto viene a redundar y enriquecer nuestra ‘celebración’ en el acto de adoración. Lo primordial de nuestra adoración es que ésta sea cabal y completa. Hay varias opciones para lograr esto y de lo que está a nuestro alcance, la celebración del Año Cristiano ofrece un ritmo natural alrededor de la vida y el ministerio del Señor Jesús.

Nos preguntaremos, ‹‹¿Qué es y cómo llegó el Año Cristiano a nosotros?›› Aquella comunidad pequeña después de la resurrección de Jesús, por lo que vemos en el libro de los Hechos, su práctica religiosa se centraba en el templo. También su devoción se encontraba en la comunidad que se reunía para compañerismo, estudio, oración y el partimiento del pan (Hechos 2:42). El punto de partida siempre era el evento de la resurrección de Jesús. El enfoque era recordar lo que Jesús les había instruido. Estos fueron los inicios de lo que conocemos como el Año Cristiano. Aunque la comunidad Cristiana naciente se mantenía en una disciplina asida al templo, muy pronto empezó a tomar importancia el primer día de la semana, o sea el día del Señor. Para nosotros los hispanos la palabra domingo nos habla del día del Señor. Así también se fueron desarrollando las diferentes estaciones, cada una con una función particular en la proclamación del evangelio de nuestro Señor Jesucristo. El enfoque de todo lo que sucedía al reunirse para celebrar, era la resurrección del Señor.

El Año Cristiano se divide en dos ciclos: El ciclo de la Pascua y el ciclo de la Navidad. El primero que emergió fue el de la Pascua o Resurrección. Hay que notar que la crucifixión de Jesús coincidía con el evento judío de la Pascua, la liberación del pueblo de Dios, de Egipto. Aunque cada día del Señor la comunidad cristiana celebraba la resurrección de Jesús, cada año al venir la Pascua era también propio celebrar en manera especial la resurrección de Jesús. En su desarrollo se le añadieron un tiempo de preparación que hoy conocemos como Cuaresma, y su fin lo encontramos en el Pentecostés, el nacimiento de la Iglesia.

El segundo ciclo gira alrededor del natalicio de Jesús, o sea Navidad. éste apareció mucho más tarde. Es interesante ver que el evento de Epifanía se celebraba antes que el nacimiento de Jesús. Así como en la Pascua, se desarrolló un tiempo de preparación que conocemos como Adviento, anticipando la venida del Verbo encarnado. Además, encontramos dos épocas, una después de Epifanía y la otra después de Pentecostés, que son conocidas como tiempo ordinario. La designación la encontramos como ‹‹Domingo después de...››, ya sea Epifanía o Pentecostés. En estos tiempos ordinarios encontramos en las lecturas del leccionario un esfuerzo por dar lectura a todas las Escrituras. El hacer uso del Año Cristiano nos ofrece una oportunidad para cubrir el todo en la proclamación del evangelio. Afirma y ofrece una opción palpable de que somos una Iglesia, y que a donde quiera que vayamos, siempre estamos en casa. Esta es verdadera celebración!

El Dr. Noé E. Gonzales es un clero jubilado, miembro de la Conferencia Río Grande. Actualmente reside en San Antonio, TX.

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